viernes, 29 de abril de 2016

Los 12 Trabajos de Heracles: Capturar a la Cierva Cerinia


Intuición y Determinación para alcanzar nuestros objetivos



Este es el Trabajo nº 3, según el orden más citado en los estudios que se han realizado sobre el mito de los 12 Trabajos de Heracles, y también uno de los más interesantes.




El relato del mito nos habla desde hace prácticamente 3.000 años, de una bellísima cierva, dotada de una gran astucia, unos brillantes cuernos de oro y unas poderosas pezuñas de bronce, tan grande como un toro y tan rápida que ninguna criatura sobre la faz de la Tierra había sido capaz de alcanzarla.
Su nombre original era Keruneia, que significa “Dorada”, debido al oro refulgente que formaba su cornamenta; era la última de las cinco hermanas que la diosa Artemisa había encontrado en el monte Liceo. Debido a su gran fuerza y envergadura sus cuatro hermanas habían sido enganchadas al carro de la diosa, mientras que ella había quedado libre en el mismo bosque al que ella bautizó con su propio nombre.




No teniendo un trabajo útil que realizar, la Cierva Cerinia se dedicaba a trotar de aquí para allá, con gran estruendo y nefastos resultados, pues al paso de sus pesadas y poderosas pezuñas de bronce todo quedaba devastado...
La cierva estaba bajo la protección de la diosa Hera, quien también había criado al terrible León de Nemea y protegido a la pérfida Hidra de Lerna, y era además la más despiadada adversaria de Heracles, por el despecho que ella sentía hacia él, porque era hijo ilegítimo de su esposo Zeus -habido con la mujer Alcmena- y aspirante a formar parte de la familia del Olimpo.
A pesar del hecho de honrar a la diosa con su nuevo nombre, pues Heracles significa “Gloria de Hera”, ella sintió siempre un profundo desprecio y hostilidad hacia quien consideraba un mortal advenedizo, cuya naturaleza divina era consecuencia del gusto de Zeus por las mujeres mortales.






Puedes leer sobre el León de Nemea y la Hidra de Lerna en estos artículos:

Euristeo, mentor de Heracles, encarga a éste capturar a la escurridiza y destructiva Cierva Cerinia, y ponerla a buen recaudo, para que no siga destrozando las cosechas de las cuales dependen los habitantes para sobrevivir.




Heracles se pone en marcha acompañado de nuevo por su sobrino y ayudante Yolao, armado como siempre de su arco y flechas, la más versátil de todas sus armas.
Sin embargo, la caza no fue provechosa en absoluto, pues una y otra vez la astuta cierva evadió al héroe, quien a pesar de su determinación de poner fin a sus correrías, tras un año de infructuosos esfuerzos, hubo de rendirse a lo evidente: Podría perseguirla hasta el fin del mundo, hasta el fin de los tiempos, pero Cerinia jamás se dejaría atrapar.
La etimología de la palabra cierva quiere decir precisamente “elusiva y difícil de atrapar”; y fue de nuevo la astucia lo que permitió a Heracles triunfar en su empeño y cumplir con su trabajo, pues decidió seguir a distancia a su presa, esperando pacientemente a que el escurridizo animal, cansado por la incesante persecución, se relajara y descuidara la vigilancia.
¡Y al fin se presentó la ocasión! Cuando al atardecer la Cierva Cerinia se tumbó para descansar en el monte de Artemisa, Heracles, atento y veloz, le disparó una flecha que la hirió en una de sus patas; acto seguido la curó y la cargó sobre sus hombros para entregarla a la custodia del templo sagrado de la ciudad de Micenas.




La clave psicológica del mito nos muestra a la Cierva Cerinia como símbolo de los instintos, y a Heracles representando al intelecto. Lo instintivo es, en este relato, lo femenino y lúdico, mientras que el intelecto es masculino y está motivado por cumplimiento de su deber; Heracles intenta cazar a su parte más humana y juguetona, pero falla una y otra vez, pues su previsible intelecto y la voluntad ligada a éste, se estrella contra la imaginativa e imprevisible veleidad de los instintos, que operan en estrecha relación con la parte que representa al Niño o Niña Interior que hay en todos nosotros.




Sin embargo la paciencia del héroe, quien simboliza también la implacable voluntad de nuestro Ser Superior, acaba por vencer a la inconstante Cierva, quien en un descuido pierde su libertad.
El mito especifica que Heracles coloca a la cierva ya curada de su herida, “cerca del corazón”, aludiendo al momento en el cual la voluntad del intelecto se une a la sabiduría del instinto, dando lugar a la Intuición, y abriendo la puerta al héroe a un nuevo nivel de juego -y nunca mejor dicho- pues la vida es un juego que hemos de aprender a jugar para crecer como seres humanos.
Al contrario que el León de Nemea y la Hidra de Lerna, la Cierva Cerinia nunca tuvo malas intenciones, a pesar de la destrucción que causó allí donde sus pezuñas pisaron, y fue necesaria ponerla bajo custodia y gobierno de la voluntad para que su fuerza pudiera ser utilizada para hacer el bien, al igual que nuestros instintos e impulsos más infantiles -fuerzas maravillosas y creativas cuando son adecuadamente canalizadas- han de ser guiadas por la voluntad de nuestra personalidad adulta, y en última instancia de nuestro Ser Superior, para que den un resultado positivo para todos.
Por ello no fue necesario darle muerte sino solamente causarle una leve herida, de la cual se recuperó fácilmente.

Cuando nos guiamos por nuestra propia intuición, y al mismo tiempo ponemos en juego la determinación, el logro de nuestros objetivos es inevitable, aunque conseguirlo lleve un periodo más o menos largo de tiempo y esfuerzo, y esta es precisamente la última y valiosa enseñanza del mito.

El próximo Trabajo de Heracles será capturar al feroz e indomable Jabalí de Erimanto; será el cuarto de doce trabajos. Aquí puedes ver la lista completa de los 12 Trabajos de Heracles y saber más el más legendario de todos los héroes de la Mitología Universal:


Manuel Marques Robles

Mentor y Coach para el Camino del Héroe

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