viernes, 3 de junio de 2016

Los 12 Trabajos de Heracles: Robar las Yeguas Carnívoras del Rey Diómedes de Tracias


Integrando Alma y Personalidad


El Octavo Trabajo de Heracles consiste en robar y entregar para su custodia a las 4 Yeguas del Rey Diómedes, hijo de Ares, dios de la Guerra y la Confrontación. Este soberano gobernada el país de Tracia, territorio situado al norte de la actual Grecia.




Estas yeguas eran animales tan terribles, feroces, y despiadados como el León de Nemea, primer contendiente de Heracles, y al igual que el León, se alimentaban de carne humana, asolando la región donde vivían y dejando con sus pezuñas una huella de terror y desesperanza allí por donde pisaban.




Eran sumamente astutas, pues no en vano pertenecían a la estirpe de Ares, y vivían en un bosque profundo y oscuro, protegido tras unas ciénagas, donde habían establecido su hogar y su refugio.
Continuamente procreaban, aumentando su número, pero los 4 Yeguas originales eran el siniestro corazón de la manada; sus nombres eran Podargo, Lampón, Janto, y Deino.
Este Trabajo guarda dos grandes enseñanzas, tanto para el héroe, hijo de Zeus, como para cada uno de nosotros: La primera y más dolorosa es asumir que el Alma -el Ser Esencial e inmortal, o Actor- y la Personalidad -el Ego o Personaje- han de actuar juntas y de común acuerdo, imperando la voluntad e inteligencia del alma sobre la de la personalidad, si realmente queremos superar los desafíos de nuestro Camino como Héroes de nuestra propia vida; la segunda es no dar jamás por terminada una batalla hasta que nuestro adversario ha sido definitivamente derrotado, porque de lo contrario se levantará y de nuevo nos derrotará, echando a perder todos nuestros esfuerzos anteriores.




Para cumplir con el trabajo encomendado por Euristeo, Heracles se vale de la ayuda de su amigo Abderis, fiel y voluntarioso, pero también impetuoso, inconsciente y temeroso.
Sin embargo, juntos consiguen localizar rápidamente a las Yeguas, arrinconándolas en un lugar cerrado y sin salida, donde las ataron por sus patas y las capturaron sin mayor dificultad; pero el mayor y más humillante contratiempo estaba a punto de producirse...
Cumplido -aparentemente- el encargo, Heracles da por hecho el trabajo, y considerando que no merece su esfuerzo conducir a las Yeguas a su nuevo establo, encarga esta tarea, a simple vista sencilla y carente de dificultad, a su servidor Abderis.
Sin embargo, las Yeguas, conscientes del temor que le inspiraban a Abderis, se rebelan, rompiendo sus ataduras, y atacando al amigo y servidor del héroe, rápidamente le dan muerte y devoran su cadáver, recuperando su libertad para seguir perpetrando matanzas y atemorizando a la gente.
Avergonzado por su arrogancia, y profundamente dolido por su error, pues Abderis era su amigo y con su estupidez había traicionado su confianza, Heracles se pone de nuevo en camino para cumplir definitivamente con su misión, y esta vez captura a las peligrosas y traicioneras Yeguas, y él mismo -sin descuidar la vigilancia sobre ellas ni un solo instante- las entrega a sus nuevos custodios.




Al presentarse ante su mentor Euristeo, éste le dice, una vez informado del resultado y contratiempos del Trabajo: “Mal has llevado a cabo este Trabajo; aprende la lección que te corresponde, y disponte a cumplir con un nuevo Trabajo.”
La clave psicológica del mito es múltiple; comenzando por el principio, la 1ª Clave la constituyen las Yeguas, que simbolizan las ideas -y los pensamientos derivados de ellas- más primitivas, negativas y destructivas, que alberga nuestra psique, en los niveles más profundos del inconsciente.
Estas ideas están firmemente enraizadas en nuestra mente, y son muy difíciles de erradicar, pues son engañosas y parecen derrotas cuando aun pueden rebelarse y atacarnos.
Forman parte del bagaje de la Sombra Negativa, o Destructor en la Sombra, sobre la cual puedes saber más en este artículo:




La 2ª Clave es precisamente la primera de las enseñanzas que he explicado al principio del artículo; el Alma, simbolizada por Heracles, y la Personalidad, cuyo símbolo en este mithos es Abderis, han de actuar juntos, bajo la dirección de Heracles, pues ambos se necesitan para cumplir con el trabajo.
El Alma necesita probarse en los desafíos, aprendiendo y evolucionando; la personalidad es su vehículo, su fiel y entregado servidor. Heracles significa “Preciosa Gloria de Hera”, y Hera, esposa de Zeus (la Voluntad), es el Alma.






Al poner la responsabilidad de cumplir con la última -y peligrosa- parte del Trabajo, Heracles sacrifica a su propia personalidad, víctima de las feroces Yeguas o pensamientos destructivos de la Sombra Negativa, e incapaz por su propia naturaleza de llevar a cabo una tarea tan difícil, apta únicamente para el temple y la fortaleza del Alma.
La 3ª y última Clave es no dar una victoria por cierta, hasta haber derrotado definitivamente al adversario, empeñándose con todas las fuerzas hasta la final culminación de la lucha.




El éxito solo es tal cuando se consigue al 100%, no al 90 ni al 80, ni a ningún otro engañoso porcentaje... Dura lección que Heracles ha de aprender con dolor y humillación, y el héroe y sus 12 Trabajos son un reflejo de nuestra propia lucha para derrotar y aniquilar -o convertir en aliados- a nuestros adversarios internos, ¡tenlo en cuenta!

Muy bien, hemos llegado hasta el inesperado final del Octavo Trabajo; aun restan cuatro más hasta cumplir con el Ciclo de las 12 que llevó a cabo, para inspiración y ejemplo de todos nosotros, heraclidas o héroes de nuestra propia vida.




Aquí tienes los links a los artículos correspondientes a los 7 Trabajos anteriores:


Manuel Marques Robles

Mentor y Coach para el Camino del Héroe


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